. ¡Toda una pasada! y muy cerca de casa...
Con este esquema nos centraremos mejor en la época de nuestro Santuario de la Luz.
La guía inició la interesante visita por el parque arqueológico desde un pequeño anfiteatro donde se realizaban hace miles de años unas danzas rituales antes de ascender luego al santuario. Desde allí los devotos llevaban a la diosa Deméter una ofrenda. "¿Qué llevarías tú?", dijo la guía. Un niño contestó que le ofrecería el bocadillo de chorizo que llevaba en la mochila. ¡En fin!
La subida a las ruinas del templo es muy cómoda, sobre plataformas de madera donde pudimos admirar el paisaje alucinante de la sierra.
No queda mucho del santuario, pero con un poco de imaginación podemos ver el edificio con sus columnas y su tejado a dos aguas.
Esta pequeña piscina servía para realizar bautismo en los ritos íberos.
Ya en el museo aprendimos un poco sobre la cultura íbera y sobre Deméter, diosa de la fertilidad y de la agricultura.
Aquí podemos ver una maqueta de cómo sería el santuario y su entorno en aquella época.
Nuestra bajada a la ermita de San Antonio, el Pobre fue una pequeña aventura. Nos adentramos por unas sendas que bordeaban el castillo árabe de la Luz y descendimos hasta el hilo de agua junto a las grutas en las que, en el siglo XVIII, se alojaban unos frailes solitarios. De esa forma se pretendía entonces una comunión más próxima con Dios. Lo evidente para nosotros y nosotras fue la comunión con la naturaleza a través del rocoso pasaje.
Aquí os dejo un vídeo que ilustra muy bien el lugar mágico de San Antonio, el Pobre.