Luego, como
postre, en lugar de flan con caramelo y nata (que a los lobos, como todo el
mundo sabe, no les vuelve especialmente locos, a no ser que lleve unos huesos
de pollo crudo) se comió al cazador y a la mamá de Caperucita. ¡Un verdadero
desastre! Jajaja – Dijo la madre con una risotada de satisfacción.
-
Ya
soy lo bastante mayor como para escuchar la verdad sobre Caperucita, ¿no crees?
– comentó el pequeño monstruo casi mosqueado, y luego añadió -: Sé
perfectamente que es el pobre lobo quién acaba mal…
-
¡Tienes
razón! Te pido perdón. Te estás haciendo mayor y cada día estás más grande y
terrorífico. Eres el vivo retrato de tu padre. Mañana te leeré el cuento de
Blancanieves y los siete esqueletos. Ya es hora de dormir y de tener muchas y
terribles pesadillas. ¿Te has ensuciado los dientes? Sabes que antes de ir a la
cama todo monstruo debe ensuciarse bien los dientes.
El pequeño monstruo le enseñó unos dientes asquerosamente sucios. Mamá
monstruo se levantó y se dirigió a la puerta chirriante, echó un último vistazo
al pequeño monstruo y luego Click, apagó la luz.
-
¡Ay!
Qué monstruito más feo es mi hijo y que mayor se está haciendo. Tengo una
canción para él, dijo la mamá.
Todo estaba en silencio, o casi; la noche oscura envolvía la habitación,
y ya estaba preparado para adentrarse en el mundo de las pesadillas, patria de
los monstruos de donde ningún ser humano había regresado nunca, cuando…
¡¡ CRASHHHH!!
Un extraño ruido salió de debajo de la cama. Pensó que sería una broma
que le gastaba el descerebrado de su tío Frankenstein
-¡BUUUUHHH! ¡Qué disfraz más asombroso, estás realmente horripilante!-
dijo el niño maravillado.
- Pues te lo agradezco, eres muy amable, pero ¿qué haces tú aquí?
- A decir verdad, no lo sé, -
contestó el niño – después de comerme dos enormes trozos de pizza con anchoas y
pimiento y empezar a ver El regreso de la momia en la tele, mientras me atracaba de patatas fritas con
kétchup me he encontrado debajo de tu
cama.
- ¿En la tele? Yo no tengo tele.
Mi mamá no quiere que la vea, dice que salen cosas que hasta asustan a los
monstruos. Las guerras, por ejemplo. No podemos ver juntos esa "peli", pero como
el protagonista es mi tío Ramsés II, si quieres yo mismo te puedo contar cómo
acaba la película.
-
Vamos,
entonces tu tío es una momia. Eso suena un poco raro, ¿no? No me estarás
contando mentiras. Ya sabes que los que cuentan mentiras van al infierno… -
dijo el niño un poco asustado.
-
¡Infierno!
Pues ahora que lo dices, no sé cómo se encontrará el diablo de mi tío, me
imagino que estará pasando mucho calor por ahí abajo. –contestó el pequeño
monstruo.
-
Oye,
creo que me está entrando un poco de miedo. Este lugar es un poco extraño.
Ejemmm… es mejor que vuelva ya a casa –
propuso el niño mientras observaba detalles de la habitación algo
espeluznantes.
-
¡Venga,
hombre, quédate un poco más! Está lloviendo… ¡No querrás coger una pulmonía! –
replicó el otro amablemente,
-
¡Vale!
Me quedo pero sólo un ratito. ¿Puedo ponerme tu disfraz! – el niño buscó una
cremallera, intentó quitarle la máscara pero no hubo manera… El pequeño se quedó
unos minutos inmóvil, con la boca abierta.
-
¡Eres…eres
de verdad!
-
¡Qué
pálido estás! Parece que has visto un fantasma. ¡Necesitas un bocado! Mi mamá
te preparará un tentempié. ¡MAMÁ, TENEMOS INVITADOS!
-
Creo
que jamás volveré a tomar pizza con patatas frítas y kétchup después de la
medianoche. – Dijo el niño cuando despertó en su habitación. Todo había
resultado una pesadilla… ¿o no?
FIN
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