viernes, 18 de diciembre de 2015

EL LADRÓN DE ESTRELLAS

                                      Un cuento de  Begoña Ibarrola – Adaptación de José Gracia

Escena 1  -  Jaime y Claudia en el jardín

Narrador: Jaime tenía una gran amiga que se llamaba Claudia a la que intentaba demostrar cuánto quería, y siempre que estaban juntos le hacía la misma promesa:
Jaime: Claudia, cuando sea mayor me casaré contigo.
Claudia: ¡Pues vale!
Jaime: Sé que no te lo crees porque me ves renacuajo, pero soy muy valiente. Tú pide, pídeme lo que quieras.  Soy capaz de traértelo en un santiamén.
Claudia: ¡Vaya! Así que estarías dispuesto a hacerme un regalo… ¿Un gran regalo?
Jaime: Sí, un regalo regalísimo.
Claudia: Pero grande, grande…
Jaime: Sí, grande,  grande, grandísimo.
Claudia: Tan grande como un queso gigante.
Jaime: Como un queso, quesísimo…¿Un qué…?
Claudia: Tan grande como un queso gigante que todas las noches cuelga del cielo entre las estrellas. Me refiero, por supuesto, a la luna. Siempre me ha fascinado la luna.
Jaime (Con gesto preocupado): Esto…esto…
Claudia: Te has quedado callado.
Jaime: Pues sabes lo que te digo… Que puedo traerte la Luna. Y eso que a mí no me gustan las alturas, que me mareo fácilmente,  pero como soy tan, tan valiente y te quiero tanto, tanto, soy capaz de alcanzarla para ti.
Claudia: (riendo) De verdad harías eso.
Jaime: Sí. Pero como está tan alta tendrás que esperar dos santiamenes…o dos y medio. Oye, se me ocurre una cosa: Puedo llevarte la Luna a casa. Esta noche cuando abras la ventana de tu cuarto, que da al jardín, la verá sobre las ramas de un árbol.
Claudia: ¡Guau!… ¡Va a ser genial!


Escena 2  Jaime habla con la Luna

Narrador: No cabía duda de que Jaime quería impresionar a su amiga, de modo que aquella noche se ató un enorme globo a la espalda y subió hasta la Luna para pedirle que aceptara bajar con él a la Tierra y convertirse en un regalo para Claudia.
Jaime: Entonces qué opina sobre mi idea. A Claudia le haría mucha ilusión tenerla en casa. ¿Querría usted ser su regalo regalísimo?, Señora Luna.
Luna: ¿Cómo se te ha ocurrido? Mucho debes de querer a tu amiga, pero ¿no crees que has ido demasiado lejos? ¿Te imaginas lo que diría el Sol si me marcho? Él y yo formamos un buen equipo que cuidamos de la Tierra.
Jaime: ¡Oh, vaya! Comprendo...
Luna: ¿Sabes lo que sucedería si me fuera? La noche se quedaría siempre a oscuras y el mar no me lo perdonaría ya que soy la responsable de que suban y bajen las mareas.
Jaime: Lo entiendo…pero… ¿qué pensará Claudia de mí? Le puedo decir que… No, mejor le diré… Pero si le digo eso luego va a creer que…  En fin, tendré que contarle la verdad.

Escena 3   Claudia y Jaime

Claudia: ¿Sabes?, Jaime, anoche estuve mirando  toooooodo el tiempo por la ventana.
Jaime: Sí…bueno…esto…
Claudia: Y no vi ninguna luna en mi árbol.
Jaime: Verás, Claudia. Tengo que decirte algo.
Claudia: ¿Sí?
Jaime: La Luna no podría abandonar  al sol, ni dejar a la noche sin su luz…Y luego está lo de las mareas.
Claudia: ¿Qué te mareas…?
Jaime: (avergonzado) No, no es eso. Resulta que…Es que… No te he podido traer la Luna.
Claudia: ¡Vaya! ¡Cuánto lo siento!
Jaime: Pero…pero te traeré una estrella. Cada semana subiré hasta el cielo y alcanzaré una estrella para ti.
Claudia: Pero…
Jaime: No se hable más…
Claudia: No hace falta que…
Jaime: Hoy mismo subiré en globo hasta el cielo, alcanzaré la estrella más bonita y la colgaré en la rama de tu árbol. Si una luz te despierta en mitad de la noche, puedes asomarte a la ventana.


Escena 4   Jaime y la jardinera del Cielo

Narrador: Cuando aquella noche Jaime alcanzó su primera estrella pensó que no pasaría nada ya que había millones de ellas. Descendió luego en su fantástico globo a la Tierra y la dejó en la ramita del árbol de Claudia. Con tanta luz, la niña se despertó y vio la estrella en su jardín. ¡Quedó sorprendida! A la  semana siguiente Jaime volvió a por otra estrella y más tarde subió a coger otra… Fue entonces cuando el niño se tropezó con algo que no esperaba. Un personaje luminoso apareció de repente:
Jardinera del cielo: ¿Qué haces tú aquí?
Jaime: Vengo a coger una estrella para regalársela a mi amiga Claudia y demostrarle que la quiero.
Jardinera: ¿Acaso crees que regalándole estrellas va a quererte más?
Jaime: ¿Y tú quién eres?
Jardinera: Yo soy la jardinera del Cielo. Soy la encargada de cuidar las estrellas. Desde que nacen hasta que se apagan me encargo de que brillen y alumbren por la noche, y de que cada una ocupe el lugar que corresponde en la inmensidad del Cielo. Últimamente echo en falta algunas estrellas. ¿No sabrás tú por casualidad dónde pueden estar?
Jaime: Es que yo le prometí a Claudia que le regalaría la Luna, pero no pudo ser porque solo hay una y tiene mucho trabajo. Entonces le prometí una estrella de regalo cada semana. Como había tantas pensé que no pasaría nada y que nadie las echaría en falta.
Jardinera: Así que eres tú el que robó las estrellas… ¿Cuál es tu nombre?
Jaime: Me llamo Jaime.
Jardinera: ¿Y dónde están ahora las estrellas?
Jaime: Están en casa de Claudia. Ella las cuida muy bien, las tiene en el jardín para que vea a sus compañeras por la noche.
Jardinera: Sí, pero creo que aún así las estrellas estarán tristes ya que todas pertenecen a una familia… y ¡tienen un nombre!  ¿No has visto alguna vez una estrella fugaz? Son realmente lágrimas de estrella. Por cada una que se perdió, una familia llora la pérdida.
Jaime: ¡Vaya! No sabe usted cuánto siento que las estrellas estén tristes.
Jardinera: Eres un buen muchacho.
Jaime: ¿Qué pensará Claudia de mí ahora?
Jardinera: Jaime, dentro de tu corazón hay millones de estrellas. No necesitas venir al cielo a robarlas.
Jaime: ¿Cómo puede ser? En mi corazón no cabe ni una sola estrella.
Jardinera: Son mucho más pequeñas pero brillan más que las del cielo. Cada vez que sonríes regalas una estrella; cada beso que das, cada palabra cariñosa, cada por favor, cada gesto de amistad, es una estrella que regalas y que hace feliz a quien la recibe.

Escena 5    Jaime explica a Claudia lo sucedido.

Jaime: Y entonces apareció la Jardinera del Cielo y me dijo: “Está muy mal coger estrellas porque sus familias se ponen muy tristes y lloran lágrimas fugaces… o sea, estrellas fugaces.
Claudia: Ya notaba yo que las estrellas de mi jardín empezaban a apagarse. ¡Ay!, Jaime… Ahora la que está triste soy yo. Y todo por querer hacerte el valiente… pero si yo misma podría haber subido a alcanzar una estrella. ¡Qué bobos sois los chicos!
Jaime: Eso es cierto. ¡Ah!… y me dijo que en nuestro corazón teníamos miles de pequeñas estrellas que brillan más que las del cielo. Se iluminan en cada gesto de cariño, en cada palabra de amor. Claudia, este beso es una estrella para ti. ¡Muak!
Claudia: Jaime, este beso es una estrella para ti. ¡Muak!
Narrador: Y esa misma noche los dos se fueron al cielo al devolver las estrellas y pedir disculpas por haberlas robado.  A partir de entonces, los dos amigos crecieron felices  coleccionando cada día estrellas en sus corazones y contemplando cada noche el cielo iluminado, mientras pensaban cuánto trabajo tendría la Jardinera del Cielo.

                                                                                                                                                           FIN





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