...Y fue entonces que un día descubrió en el lugar más apartado de palacio un viejo retrato que, una vez en diciembre, un dibujante les había hecho a su madre y a él. Había olvidado aquella imagen tan dulce de la reina, su propio rostro de niño... Hacía tiempo que había dejado de escuchar en su mente el eco de aquellos relatos que su madre le contaba antes de ir a dormir. ¿Dónde hallar la felicidad realmente? ¿Estaba entre aquellas riquezas de palacio o en la sencillez de un cuento? Esa misma noche abandonó el oropel donde vivía disfrazado de mendigo. Llevaba consigo una enorme bolsa repleta de cuentos para llevárselos a su pueblo.
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